
Llegó por detrás y en silencio, cubrió con sus brazos su pequeño cuerpo, y tapó sus ojos con sus manos.
Desconcertada, palpó con sus finos dedos aquellas manos que le impedían ver.
Un foco de calor recorrió su cuerpo entero, desde sus piececitos de puntillas hasta sus mejillas, que quedaron suavemente sonrojadas.
Inmovilizada, (no sabía bien porqué... si por miedo, o por emoción), sintió como el dueño de aquellas manos misteriosas, se acercaban más y más a ella. La respiración de él chocaba en la piel de su cuello, y ella notaba en su espalda el ritmo de las pulsaciones de su corazón.
Él la guiaba, y ella se dejaba guiar. Sobraban las palabras, no eran necesarias las explicaciones.
Dijo por fin, descubriendo sus ojos. -Felicidades...
Quedó muda, impactada, aquel regalo de cumpleños sin duda era el más original que nunca le habían hecho.
-Gracias...- dijo muy bajito y con una sonrisa enorme.- ¿Las has fabricado tú?
-Sí...
-Es lo que toda chica querría... unas alas...
-¿No te las pones?
-...Me da miedo volar- susurró avergonzada- He caído tantas veces...
-Si quieres mientras que tú vuelas, yo te sigo con mi bici... no tienes porqué tener miedo, porque si caes, yo te cogeré. ¿qué me dices?
-Me parece bien.
Se colocó las alas, tomó aire, sonrió... y salió volando...