Se desliza en el sillón, y se acuerda cuando era niña. Se ponía al revés, con la cabeza hacia abajo y con los pies hacia arriba.
Se asegura de que no hay nadie, y se imita a sí misma cuando era pequeña.
Al revés...
Siempre supo que era la mejor forma de pensar (a lo mejor es porque siempre ha sido distinta al resto).
Tenía que darse prisa, no aguantaba más de media hora en esa postura. Disponía de pocos minutos para analizar aquellas cosas que barrían su dulce sonrisa, antes de que la sangre llegara a su cabeza amontonándose allí ideas, preguntas, recuerdos, respuestas... y le provocaran un intenso dolor.
Olvidar. Se acaba de dar cuenta de que no es tan terrible... (¿lo es?)
Está claro que nada ni nadie borrará esos buenos (y malos) momentos de su pasado, de su vida, de ella... Pero no puede seguir viviendo entre recuerdos (¡la están matando!).
Pero para olvidar, primero uno tiene que
QUERER OLVIDAR, ella quiere olvidar... (¿quiere?)... Eso dice (¿quién lo dice? ¿su boca?; ¿su mente?; ¿su corazón?...).
Cómo se puede olvidar, si cuando menos te los esperas, aparece el pasado en forma de casualidad... (¿casualidad?... quién sabe), y ella se transtorna, y no sabe dónde tiene los pies, y dónde la cabeza.
Se incorpora en el sillón, adoptando la posición "normal". A penas han pasado cinco mintos, y siente que su cabeza está siendo aplastada por un piano de cola.
Y esque hace tiempo que no pensaba al revés... y ahora su cabeza está más llena de cosas para analizar...